No fue en la ajetreada Londres ni en la bulliciosa Berlín y tampoco en la concurrida Tokio: los viajes matutinos al trabajo no nacieron en una ciudad importante. Todo comenzó en lo alto de un valle de Gales (uno de los cuatro países que forman el Reino Unido) cuando los Elon Musk y Mark Zuckerberg del siglo XIX apostaron sobre si se podía lograr que una máquina de vapor se moviera por sí misma.